domingo, 22 de enero de 2012

Escrito sobre mi cara


soy esa mujer que aparece en mi cara, aunque no siempre aparezco en ella, a veces me ausento, salgo por ahí a bañarme de sol o a caminar abajo de nubes negras
no pienso, sin embargo, que esté adentro de mi cara, atada, malhumorada: la cara no me deja elegir entre adentro y afuera, yo y lo otro, lo mío y lo ajeno
la cara es un lugar como cualquier otro, a veces siente el sabor de muchas cosas del mundo, visibles, invisibles, no siempre pertenecientes a alguna intimidad
y cuando digo mi cara, tal vez no sea la mía, o es mía porque andamos juntas, voy adonde va la mayoría de las veces
la cara, por lo menos la mía, tiene la ventaja de ser la cosa menos metafórica del mundo, no es otra cosa que ella misma, ni mayor, ni menor, ni peor, ni mejor
por eso la cara no enmascara nada, nunca miente, solo mentiría si, descarada, hubiese una sola mujer en ese cuerpo que llamo mi cuerpo, si solo una persona mirara a través de mis ojos
la mujer tiene la cara que tiene y ninguna otra, matriz mutable de todas las caras que van a aparecer hasta el fin de todo lo que va a pasar en su superficie
sus treinta y tantos músculos, el ángulo duro de sus huesos y un puñado de visiones y sonidos componen y descomponen las facetas que uso para encarar al mundo cuando es ruin o bonito, como esa cara del espejo, pierdo batallas, resisto a los sopapos y beso lo que está vivo

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